Centro de Juchitán. 1911. Antigua Prefectura. |
En Juchitán a 10 de Enero de mil ochocientos cincuenta y uno. Reunidos todos los jefes y oficiales de la sección de este punto en unión del R. P. Fr. Mauricio López, que ha hecho justas reflexiones sobre la conclusión de la guerra, como las que el Sr. Licenciado Peralta ha expuesto en presencia de la precitada junta; y tomándose en consideración: Primero. Que si bien es cierto que Juchitán ha reclamado y reclama principios de derecho y justicia, por perjuicios que le han ocasionado, no sólo en los robos y asesinatos cometidos en esta población, sino por el incendio premeditado que se ejecutó en ella por tropas insubordinadas del gobierno del Estado, según documentos fehacientes. Segundo. Que atendiendo a las circunstancias presentes en que la nación puede agitarse y comprometer su crédito público en ocasión que sus urgencias demandan atender al exterior e interior de ella misma para lograr la felicidad y buena armonía de la federación; pues la falta de unidad en los Estados perjudicaría directamente la nacionalidad entera. Tercero. Que el Escmo. Sr. General D. Mariano Arista elevado a la presidencia de la república por la mayoría de la nación, debe considerarse como el caudillo de la libertad mexicana, según los ofrecimientos públicos que tiene hechos y que su distinguido rango ofrece una garantía a la nación entera. Cuarto. Que convencidos, como lo estamos, de que la guerra civil es un elemento propio para disolver y aniquilar los pueblos. Quinto. Que si bien es efectivo que Juchitán levantó el estandarte de la guerra sobre Tehuantepec, ha sido por causas que lo precipitaron; y que por hoy no puede calcularse su gravedad, la cual se reserva al juicio de la historia de los pueblos. Sexto. Que Juchitán jamás ha creído ni pensado tener por enemigos a los hijos de la villa de Tehuantepec, sino por el contrario los ha respetado y querido como hermanos, puesto que poseyendo un propio dialecto, están unidos también en sentimientos y en sangre, y formando una misma familia, deben aspirar a un solo fin que haga la felicidad del Departamento. Séptimo. Que convencidos de las desgracias habidas durante nueve meses de revolución entre Juchitán y Tehuantepec, cuyas víctimas imploran la justicia del Dios de la paz, para poner término a una guerra fraticida, ha llegado ya el día en que llamando nuestra reflexión, debemos darnos un abrazo fraternal, olvidando para siempre, o mejor dicho, corriendo un velo que cubra, cual las anchurosas alas del tiempo encubren crímenes horrendos que otros hombres han cometido de antemano, según los anales de la historia. Octavo. Que habiendo determinado bien sobre todo lo que pueda convenir, no solo a la población de Juchitán sino también a la villa de Tehuantepec, y demás pueblos del departamento; ha tenido a bien la expresada junta acordar los artículos siguientes: