Los parientes antecesores zapotecas

[Texto publicado en Guidxizá, una mirada a nuestros pueblos, suplemento cultural del Comité Melendre, publicado en EL SUR, diario independiente del Istmo. Año I, N° 51, Dom 14/Jul/2013. Se autoriza su reproducción siempre que sea citada la fuente.]

(Texto publicado originalmente en la Revista Guidxizá, Año III / Nº 11, Enero-Marzo de 2007)


LOS PARIENTES ANTECESORES ZAPOTECAS[1]

Gabriel López Chiñas


En Juchitán oímos desde niños la leyenda Vinnigulasa[2]. Leyenda saturada de misterios, que llena de temor a nuestro tierno corazón. Y más que a veces, en las calles arenosas, o en los húmedos paredones de los ríos, aparecen a nuestro paso los terrosos idolillos que lle­van dicho nombre y a quienes se atribuye el origen de la raza.
     A los zapotecas les ha preocupado la aparición de estos ídolos y han elaborado, para explicarlos, diversas interpretaciones de acuerdo con los distintos significa­dos que la palabra vinnigulasa ofrece, según se alargue o se acorte el sonido.
     Despojado de todo análisis filológico, vinnigulasa es el nombre de los ídolos y de los objetos de barro o de piedra que brotan de la tierra zapoteca y que ha­blan de pobladores autóctonos, poseedores de una mag­nífica cultura.
     Sometido a estudio lingüístico, se obtiene del voca­blo un racimo exquisito de acepciones, que engendran, cada una de ellas, una versión sobre los vinnigulasa.
     Se entiende este desacuerdo si se sabe que la tradición zapoteca es tradición oral. El paso de la leyenda sobre tantas imaginaciones, a través de largas centurias, la ha llenado de matices. La flexibilidad misma del zapoteco permite al vocablo piruetas que originan conceptos dis­tintos, pero igualmente válidos.
     Vinnigulasa, se dice, son los zapotecas de una lejana antigüedad (Vinni, gente; gula, antigua) que, nacidos del primer ensayo del Creador, eran desproporcionados, feos, sin sentimientos de piedad y obediencia. Su dureza de corazón les hizo insensibles a las amenazas de la Naturaleza, y se ocuparon más en destruirse unos a otros, que a vivir unidos para ayudarse. Un día la ira de Dios se hizo fuego sobre ellos y les petrificó para siempre.  
     Escuchamos más allá: Vinnigulasa significa gentes que se dispersaron mutuamente (Vinni, gente, gulaa, roto, disperso; saa, entre sí). Recogida la noticia de labios de los dioses, que hombres nuevos vendrían sobre el mar, camino del sol, a conquistar los reinos de esta tierra, los zapotecas, impotentes ante el destino, pero orgullo­sos de su grandeza, decidieron huir de los poblados, después de romper los trastos del hogar. Y la dispersión los alejó en distintas direcciones. Otros muchos, reunidos, danzaron cantando la monótona plegaria que los niños zapotecas repiten todavía:

Vídzadza,   vidzadza,   ¡ju!
bisaba nisa, bisaba guiee,
bisaba nanda, bisaba yuu,
ca Vinnigulasa ma chee.
Vidzadza, vidzadza ¡ju!

     Se implora al cielo —concebido como una coladera— la destrucción de la tierra: ¡Oh! Coladera, coladera — desprende agua, desprende piedras, — desprende frío, des­prende tierra, — los "Vinnigulasa" se van — ¡Oh! Co­ladera, coladera.
     El contenido de este lamento, y el acto de romper los trastos del hogar en los matrimonios zapotecas, al fluir de las notas de Medíuxiga,[3] dieron raíces a la interpretación de Andrés Henestrosa sobre los Vinnigulasa: "Gula, prolongada la 'a' de tal manera que imite lamento, significa roto, disperso, separado. Con la sílaba 'saa', connotando uno de otro tendríamos gente que se dispersó o que se separó una de otra. Pero 'saa' es tam­bién música, danza, fiesta. Y tal vez la primera separación fue después de oir música y de haber danzado. En tiempo pasado es tan correcto decir 'gulaasaa' como decir 'gundaasaa'..." "Y los Vinnigulasa trotando, con la danza enredada en los pies, cantaron; y cuando la música cansada de seguirlos se borró en el aire, los que la producían se echaron de cabeza a las aguas religiosas de los ríos Atoyac y Tehuantepec; y los ríos ondularon con ellos hasta convertirlos en peces o en trastos a unos; y otros se mantuvieron hombres y en el fondo de las aguas ha­bitan hasta hoy y construyen esos juguetes que los ríos, camino del mar, abandonan cuando enfurecidos superan sus cauces".
     También se cuenta que Vínnigulasa quiere decir gente antigua engendrada de las nubes (Vinni, gente; gula, an­tigua; zaa, nube). Una tarde abierta de luz, el cielo se cuajó en iris. Y cuando la primera estrella aproximó la noche, las nubes se precipitaron a la tierra, hasta entonces desierta, en forma de pájaros primorosos. La mañana siguiente los zapotecas levantaban las primeras chozas.
     La verticalidad del zapoteca ante el dolor y la alegría, ha movido a pensar que Vinnigulasa significa: hombres brotados de raíz de árbol (vinni, gente; guu, raíz; laasa, elástico).
     Pero vi en zapoteco es viento, aire, aliento. Y la arcilla del hombre se animó con un soplo de Dios, que quedó en él con el nombre de aliento. Los zapotecas todos, dicen quienes tal piensan, se animaron por un solo soplo divino, fundamento de su esplendoroso poderío. La aparición de los hombres blancos, untados de acero, cuyo triunfo preconizaron los oráculos indígenas, levantó en remolino el suave aliento de los zapotecas, hasta dis­gregarlo en distintas direcciones. Roto el aliento, se dispersaron los hombres. Vinnigulasa es aliento que se dividió: Vi, aire, aliento; ni, que; gulaasaa, se partió, se dividió.
     Excepto la primera, todas las noticias de la tradición manifiestan la excelencia de los Vinnigulasa. De aquí que penetre alguna vez en nuestros oídos, sin apoyo en la voz generadora, esta última versión: Vinnigulasa eran los sacerdotes zapotecas que sabían del secreto del cielo con sus joyas y de la tierra con sus energías. Conocían la virtud medicinal de las plantas que prolongan la vida de los hombres; así como de su mortífero veneno. Con el nombre de Vinniguenda —gentes ligeras— construían en una sola noche, sin ser vistos, los más suntuosos edificios. Yudu-roo[4] de Juchitán uno de ellos.
     Eran los Vinnigulasa poderosos guerreros. La vida de la comunidad dependía de sus vigilias y de sus sa­crificios.
     Leída la conquista de los blancos en el temblor de los astros, el canto incierto de las aves y el silencio profundo de los dioses, los Vinnigulasa se mudaron unos en toros salvajes, otros en tigres; los demás an­dan la tierra en forma de leones y lagartos. En este estado protegen mediante emanación de fluidos, a los hombres de hoy con el nombre de Guenda. La vida de un zapoteca va enlazada a la de un Guenda errante.
     Se cree también que uno de los misterios de los Vinnigulasa fue, desde siempre, que, cubiertos de ve­jez, se transformaran en culebras, cerdos, monos, al influjo de una oración. Estos animales a cuyos destinos se atan los de los niños nacidos en el momento de la conversión, son los Guenda.[5]
     Guenda es también acción, fuerza creadora: guinda-navani, la vida brotada de la acción: guenda-guti, la muerte nacida de la acción; guenda-viani, la inteligen­cia, como luz emanada de la acción (guenda, acción; viani, luz). Se explica ahora que el animal de cuya vida depende la del hombre se llame Guenda. Primero la acción; luego lo que por ella fue hecho.
     De día o de noche, un zapoteca que se encuentra a otro en los caminos del pueblo, en los caminos del monte, suelta esta frase: sicaruu guyee, bichi — que te vaya bien, hermano.   Expresión sincera, robustamente sentida.
     En las fiestas de Juchítán, donde toda fiesta es ex­presión de trabajo —hracadziña—, apenas se percibe la presencia de alguien que llega a cooperar con su óbo­lo para el trabajo, se grita: "¡Pariente!" Esto hace pen­sar que la palabra castellana vino en sustitución de la palabra zapoteca: ¡Lisaa!, con igual significado, que lan­zaban seguramente los antiguos zapotecas en sus actividades. Nadie que conozca las costumbres zapotecas, aun las de hoy, ignora que el trabajo trascendental lo realizan en común. El vecino que se mueve a levantar una casa, consumar un matrimonio, celebrar una vela, dispone de los esfuerzos de todos los vecinos. El padre Gay en su Historia de Oaxaca, habla de este aspecto de la vida zapoteca con el nombre de Guelaguetza, que Wilfrido C. Cruz interpreta como Guendalisaa (parentesco) del Istmo.
     Una fase del matrimonio zapoteca es uguna lisa: hacer oir el parentesco. Fase esencialmente religiosa, heredada de los primeros tiempos. Y no se trata, como pudiera entenderse, de hacer oir el parentesco que se establece entre los familiares de los desposados; sino de recordar el parentesco que une a la gran familia za­poteca.
     Con estas bases de índole social, formulo una nue­va interpretación de los Vinnigulasa: gentes sentidas de parentesco, que si no entrega el significado exacto del vocablo, enseña al investigador que trabajamos el teso­ro que se nos legó.
     Filológicamente se llega a igual conclusión. Vinnigulasa es composición de tres elementos: Vinni, gente; gulla, maduro, fuerte; lisaa, parentesco; gente que ma­duró, fortaleció, el parentesco. Gentes que llevaron la solidaridad humana hasta el parentesco.
     En la composición, el último elemento perdió por aféresis su primera sílaba. Y esto, siguiendo la regla de las voces compuestas zapotecas: cuando las sílabas que se encuentran en la composición (la última del pri­mer elemento y la primera del segundo) son análogas, pierde su primera sílaba el segundo elemento. Ejemplos: vinni nahuati, las sílabas encontradas son: ni, última sílaba del primer elemento, y na, primera sílaba del segundo elemento; desaparece ésta y se forma el com­puesto: vinnihuati, tonto; beenda decheguude, sílabas encontradas, da, última del primer elemento, y de, pri­mera del segundo elemento; desaparece ésta y resulta: beendacheguude; vinni nadzaba dan vinnidzaba, demo­nio.
     De igual manera se estructuró Vinnigulasa; la sílaba li, primera del segundo elemento: lisaa, desapareció ante la presencia de su análoga la, última sílaba del primer elemento: gul-la.
     Mis antepasados tuvieron razón de sentirse parientes; sólo así se logra el espíritu único que hermana a los hombres y realiza milagros. No de otra manera se re­unieron como Vinni-birii —gentes numerosas como hor­migas— para trabajar el Yudu-roo de Xavizende[6] (Templo Mayor de Juchitán).
     Siga bajo las enramadas oyéndose la voz de los an­cianos: "¡Pariente!"






[1] Tomado de Vinnigulasa, Cuentos de Juchitán, Gabriel López Chiñas, Universidad Nacional Autónoma de México, México, D. F., 1960.
[2] Apegándonos fielmente a la versión original, respetamos la ortografía con que el autor escribe los diferentes términos en lengua zapoteca. Nota de Guidxizá Las notas siguientes son del autor.
[3] Mediuxiga: Son que se toca en las enramadas de los matri­monios, una sola vez, al atardecer. Durante su ejecución, la desposada recibe en una vasija que sostiene entre las manos, los óbolos espontáneos de los bailadores, quienes, poseídos de mágica euforia, rompen al compás de la danza trastos nuevos.
[4] Yudu-roo: Templo mayor,   Yudu: templo; roo: grande, mayor.
[5] De aquí resulta posible identificar al Guenda de una per­sona, con sólo observar su detalle característico. Si duerme hasta horas muy avanzadas de la mañana, o si es trasnochadora, se dice que su Guenda es el mapache o Gana, animal que duerme durante el día y aprovecha la noche para sus correrías. Si la persona es brava, tiene por Guenda al tigre o Bedze. Si es golosa, el lagarto o Béñe es su Guenda.
[6] Xavizende: Sinónimo de Juchitán, cuyo patrono es San Vicente Ferrer. Tal vez Xavizende es    zapotequización de San Vicente.