Macario Matus
Toda la creación busca pareja.
Miguel Hernández
Cierto día el mar se dijo:
Quiero tener un hijo como lo tienen todas las criaturas del señor. ¿Habrase visto olvido tan grande como el mío? ¡A mis años y no tener un hijo!
He visto a un insecto con su insecta, al palomo con su paloma, al león con su leona, al hombre con su hembra: todos tienen pareja. Aunque los sabios afirmen que algunas plantas no se acarician con otras plantas. Es que no han visto cómo la callada abeja sirve de alcahueta llevando en sus alitas la fecundidad de flor en flor.
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Macario Matus (d.e.p.) |
A través de las playas, mis pestañas, he contemplado a los hombres decirse, prometerse cosas y la mayoría de las veces me han puesto de testigo. ¡Qué tragedia, a mi edad y estar de testigo! Pero esto no es todo. He visto otras cosas más graves, desde todos los siglos que he presidido los horizontes: a mis grandes parientes: el cielo y la tierra cuando se entretienen en grandes pláticas, entre besos y caricias como si fueran dos jóvenes casaderos. ¡Cuánto sufro al verlos decirse adiós junto a la caída de la tarde! Los sabios han adivinado que yo me encabrito, claro que me encabrito, por estas desfachateces ante mis ojos.
Sin embargo, los amantes más descarados que he conocido en mi larga y cansada existencia, han sido: el sol y la luna; se han besado ante mí y ante el mundo entero. Unas veces, ella va en su busca y otras veces él va a ella. Cuando esto sucede los sabios ―otra vez los sabios―, lo bautizan con el nombre de Fenómenos Eclípsales. ¡Sabios malditos que solapan a estos dos descarados del amor! Si el amor debe ser sagradamente en secreto y sin ojos furtivos. Naturalmente que yo, el inmenso mar de agitadas trenzas me encabrito, cuando los besos que se dan los anuncian de antemano, y los prolongan en sendos minutos: todo se calma en la vida y hasta los pobres lunáticos son afectados en este acariciamiento universal.