La cultura zapoteca es diversa, pues heterogéneos son los pueblos que conforman esta nación de origen mesoamericano. Sin embargo, en muchas ocasiones tendemos a simplificar las manifestaciones artísticas y/o culturales de este pueblo.
Lo folklórico parece ganarle terreno a lo natural. De esta manera vamos destacando únicamente las danzas y canciones que al visitante deslumbran, en lugar de conocer y revalorizar otras tantas muestras de nuestras ricas tradiciones que, por supuesto, son resultado de un proceso no carente de influencias.
Santo Domingo Chihuitán es un pintoresco pueblo binnizá situado a pocos kilómetros de Ixtepec, dirigiéndose rumbo a la Sierra Mixe-Zapoteca. Todos hemos transitado en alguna ocasión por ese lugar, ya que es paso obligado de quienes acuden al balneario de Laollaga, a corta distancia.
La fiesta más importante de toda la planicie costera istmeña era la del Cuarto Viernes de Cuaresma. Al lugar acudían caravanas provenientes de sitios tan distantes como Tlacolula, en los Valles Centrales, Tonalá y Villa de las Flores, en el Estado de Chiapas. Existe un documento del siglo diecinueve que refiere que a esta festividad llegaban aproximadamente cincuenta mil personas. Si Tehuantepec en aquel entonces contaba con doce mil almas, y Juchitán, segunda población en importancia, tenía seis mil, ¿de cuántas comunidades tendrían que venir para alcanzar la cifra mencionada?
Todos sabemos de la fiesta del Cuarto Viernes. Inclusive una fábula juchiteca de Conejo y Coyote, recopilada por Víctor de la Cruz e ilustrada por Francisco Toledo, se refiere a ella. Pero pocos estamos al tanto de las festividades de agosto…
En agosto el pueblo de Chihuitámn celebra a su Patrono: Santo Domingo de Guzmán. A finales de julio y principios de este mes, el pueblo organiza cuando menos tres Velas, con sus respectivas actividades alusivas. Pero además, los chihuitecos presencian el recorrido de nueve peculiares personajes, que junto con dos músicos representan la ‘Danza de los Negros’.
Esta danza destaca por su originalidad en la planicie costera. Representa la lucha entre moros y cristianos, que encarnaban la dualidad del bien y el mal en la mentalidad católica de la Edad Media. A la llegada de los españoles, los pueblos indígenas adoptaron estos bailes, quizá como parte del proceso evangelizador. Muchas comunidades de todo México abandonaron paulatinamente esas coreografías, pero otros pueblos, no obstante, las adoptaron e incorporaron a las tradiciones particulares; unas con toque carnavalesco, otras más de carácter meramente simbólico. Tal sucedió en Chihuitan, población que todos los años ve a un grupo de personas recorrer las calles, casa por casa, de la mañana hasta la noche, para representar esta lucha entre el Apóstol Santiago y los infieles.
De eso y más nos habla el libro de René Rueda Ruiz que se titula Danza de los Negros. Santo Domingo Chihuitán, que será presentado este viernes 4 de noviembre de 2016 a las 5 de la tarde en el patio de la Casa de la Cultura de Juchitán. Los ejemplares estarán a la venta y comentarán el libro Gonzalo Jiménez López y Gubidxa Guerrero.
Esta es una magnífica oportunidad para aproximarnos a las tradiciones de nuestros pueblos hermanos. Porque en tiempos en que el mundo parece empequeñecerse gracias a los medios de comunicación, debemos revalorar nuestras costumbres, cosa que sólo puede suceder si las conocemos. A eso invita el libro. Como complemento, el público podrá disfrutar de una representación de la Danza de los Negros traída directamente desde Santo Domingo Chihuitán, población conocida en lengua zapoteca como Bixhahui.
[Texto publicado en Enfoque Diario, el viernes 4 de noviembre de 2016. Se autoriza su reproducción siempre que sea citada la fuente.]
[Texto publicado en Enfoque Diario, el viernes 4 de noviembre de 2016. Se autoriza su reproducción siempre que sea citada la fuente.]