Ta Ciro Calderón. Hombre de tiempo

Victoria Guzmán Cabrera

Retratos de Nuestra Historia ―proyecto del Comité Melendre― les presenta esta memorable fotografía del espinaleño Ciro Calderón Fuentes (108 años).  Ta Ciro fue un niño que creció con la ética del esfuerzo cotidiano. Trabajó en el campo. Su siembra era de maíz, calabaza, ajonjolí, entre otras hortalizas. Él nos comparte muchas memorias de su larga vida. Entre los gustos de Ta Ciro está el danzón. “Ya tengo 108 años. He visto muchas cosas. Espinal era una ranchería. Los señores ganaderos, de la familia Fuentes, llevaban a pastar  su ganado en unos campos, en los cuales había muchas espinas; por eso al pueblo se le llamó El Espinal”. 

Durante su adolescencia y juventud trabajó en el corte de caña en Santo Domingo Ingenio, por períodos de tres meses.

Ta Ciro se casó con Asunción Guzmán, originaria de  Ixtaltepec, con quien tuvo ocho hijos. Con otra mujer tuvo, asimismo, un hijo llamado Benjamín.

Él nos compartió algunos datos sobre la construcción del Palacio Municipal de El Espinal, cuyo proyecto fue iniciado por Francisco León: “Pancho León era duro, como todos los tecos. Nos puso a hacer ladrillos. También hizo el Palacio Municipal de Juchitán” 

Durante la visita que le hicimos, Ta Ciro nos platicó sobre las migraciones a los pueblos. Aquí nos comparte una experiencia sobre los turcos: 
“Los turcos eran comerciantes. Llegaban a los pueblos a hacer negocios. Una vez fui a visitar a un turco que vivía en Ixtaltepec. Estaba lamentándose porque se había venido a aquí, ya que en su país había plantaciones de uva; eso les daba mejor vida, pero aquí cada tres meses le sacaban sangre a su papá de 96 años porque estaba enfermo”
También nos compartió una experiencia fuerte que vivió en su juventud; recuerdo que tiene bien presente a pesar de los años:
“Cuando yo tenía 15 años mi papá me mandó a dejar una carga en la carreta al rancho de un señor. Pasé por un puesto de militares. Había dos soldados fumando mariguana. Me tenía que regresar para darle agua como a 100 cabezas de ganado, cuando pasé junto a los dos soldados. Uno de ellos tenía un machete y agarró el cuerno del toro y se lo quitó. Los bueyes se alteraron y yo me resbalé. El soldado tenía agarrado el mecate que sujetaba a los bueyes. Con el movimiento no pudo parar la yunta y se le atoró el pie en la rueda. El soldado se hizo pedazos”.
Fue memorable la visita que el Comité Melendre realizó a El Espinal, gracias a la invitación de la compañera voluntaria Helen Toledo Castillejos. Conocer a este abuelo centenar fue admirable, por la fuerza y salud que tiene, así como por su excepcional memoria. Esta es una muestra de la diferencia de la forma de vida que existe entre las generaciones. Ta Ciro es un ejemplo de carácter noble, como el de los hombres ‘de antes’. Esto es un homenajea a Ta Ciro, para que la memoria de su vida perdure y que las nuevas generaciones podamos hacer honor a las generaciones pasadas.


[Reseña publicada en Guidxizá, una mirada a nuestros pueblos, suplemento cultural del Comité Melendre, publicado en EL SUR, diario independiente del Istmo. Año I, N° 45, Dom 02/Jun/2013. Se autoriza su reproducción siempre que sea citada la fuente.]