Guillermo Petrikowsky Reyes
Llené tu cuerpo con repertorio de caricias.
Tu territorio núbil
lo cubrí con vastedad de besos.
No fue suficiente
para vencer tu resistencia.
No pude depositar en ti
el cálido licor de mi placer.
Te dejé, entonces,
con los rubores del deseo,
sobre la frustración de mis proyectos:
en medio de una serenata de jadeos.
Benévola, la noche,
cubrió con sus vergüenzas
el furtivo pasadizo de mi impotencia.
Así, un canto de bronce ensortijado
llegó con el beso conciliador
de las estrellas.
(Poema publicado en la Revista Guidxizá, número 16, Junio de 2012)
[Texto publicado en Guidxizá, una mirada a nuestros pueblos, suplemento cultural del Comité Melendre, Año I, N° 20, Dom 09/Dic/2012. Se autoriza su reproducción siempre que sea citada la fuente.]