*La Comisión de Registro Fotográfico visitó a una hacedora de panes
Victoria Guzmán Cabrera
Para nuestra cultura zapoteca, el trabajo constituye la esencia y nobleza de las personas. Cada hombre y mujer tiene su oficio, que forma parte de la realidad cotidiana de nuestras comunidades.
Cada pueblo de esta Nación Zapoteca desarrolla ciertas actividades que lo caracterizan, como puede ser un baile, un producto, o algún platillo u oficio; por esta razón cada pueblo tiene su propio sello.
En esta ocasión, desde la Comisión de Registro Fotográfico de nuestra organización, visitamos a Na Melita Antonio Cruz (60 años), originaria de Asunción Ixtaltepec. Na Melita es una mujer muy trabajadora, como la mayoría de las mujeres zapotecas.
El día comienza para ella desde temprana hora con las labores. Limpia su casa, lava un poco de ropa, y se dispone a iniciar con la elaboración del pan.
Prepara la masa desde una noche antes, con harina, manteca y huevo. Entre la gran variedad de panes que realiza se encuentran: el bola, cuerno, tostado, pasta, torta, y blanco. En dicho proceso también incluye la elaboración del famoso y muy rico pan conocido como quesadilla de arroz, que se caracteriza por ser originario de este pueblo, con un proceso peculiar.
Para la elaboración del pan de quesadilla, primero se tiene que lavar y remojar el arroz. Después se tiende al sol un día completo, para que al siguiente se lleve al molino. Se utiliza canela, queso, manteca y crema natural de leche de vaca; se hornea para que, al final, salga crujiente y vaporoso.
Na Melita prefiere el uso de la manteca como ingrediente, porque da un sabor más rico, diferente del aceite procesado.
Cada tres días realiza estas labores; prepara 50 hojas de pan y 20 cazolejas. Su hermana, Virgen Antonio, la apoya en esta labor. Ella es conocida en su barrio, la Quinta Scción, Cheguigo, en Ixtaltepec, donde los vecinos y demás gente del pueblo acuden para adquirir los ricos panes. De igual manera, los vacacionistas le compran el pan de quesadilla, porque como ella nos comenta: “muy pocos lo hacen ahora, porque es mucho trabajo, y muy pocos también lo sacan rico y crujiente”.
Gracias al oficio de esta mujer, como el de cada panadera de nuestras comunidades binnizá del Istmo, las Sierras Norte y Sur, o los Valles Centrales, podemos degustar de la gran variedad de panes. Este trabajo honrado nos permite satisfacer una de las principales necesidades del ser humano, como lo es la alimentación, de una forma muy sabrosa y además muy nuestra.
Este es un homenaje a Na Melita y a todas las panaderas que comparten este arte, que permiten que nuestros corazones se alegren al consumirlos.
[Reseña publicada en Guidxizá, una mirada a nuestros pueblos, suplemento cultural del Comité Melendre, Año I, N° 3, Dom 12/Ago/2012. Se autoriza su reproducción siempre que sea citada la fuente.]