Jóvenes durante la Copa Benito Juárez. |
Jaime Luna
En el centro de Asia se inicia el Año Nuevo; en Irán primordialmente. En América se inicia la primavera. En México se celebra a Benito Juárez, constructor de la actual República. En el mundo es el Día Internacional contra la Discriminación Racial ―también el Día Internacional del Agua―, y en Guelatao de Juárez se reinician los combates entre zapotecos y mixes, pero ahora jugando basquetbol, al mismo tiempo que ambos pueblos, por primera vez, trasmiten conjuntamente, a través de sus emisoras comunitarias, un evento cultural y deportivo.
Cualquiera puede afirmar que es una fecha en verdad muy significativa: natural, cívica, racial, política, cultural, deportiva y comunicacional.
Serias contradicciones también se revelan en ésta tan importante fecha. Dos visiones sobre la medición del tiempo, El reconocimiento del agua como recurso vital ―que unos la defienden y otros la acaparan―, la aceptación de que la discriminación racial existe ―frente a los empeñados en ocultarla―, la celebración de un prócer, que siendo indio zapoteco, discriminado obviamente, construyó una República que en la actualidad azota a las grandes mayorías, y de paso una histórica desavenencia entre zapotecos y mixes serranos, que ahora se ha convertido en una hermosa demostración de compartencia cultural y deportiva, y también comunicacional.
Estas contradicciones revelan el color de la vida que nos ha tocado vivir. Por un lado, es una demostración de conocimiento entre Occidente y América, que si bien no es una contradicción, es por lo contrario una gran revelación de la gran diversidad del conocimiento que ha ejercitado el ser humano, y que debe ser valorado y comprendido. Por otro lado que un zapoteca, cuyo pueblo es discriminado, trascendiendo la discriminación haya construido una nación que revela inmensas desigualdades, y en su nombre se justifiquen un sin fin de atrocidades, desde la usurpación de aguas y suelos, hasta de su capacidad de autodeterminación y su actual necesidad de hacer justicia fundamentado en sus principios, y lo haga a través de su policía comunitaria, cuyo impedimento no es otra cosa que otra demostración de discriminación.
Sin embargo, la parte noble y llena de esperanza lo revela el enfrentamiento deportivo y la compartencia en la difusión cultural de los habitantes de esta serranía. Una relación armónica que le ofrece a Oaxaca, un proyecto propio de futuro, en donde el respeto al conocimiento, a las aguas, suelos y vientos ―una reciprocidad compartida entre lo antiguo y lo moderno― haga diseñar una nueva sociedad que tenga todo el espacio para labrar por sí mismo su futuro, y se respeten sus capacidades culturales para la búsqueda de un buen convivir en este mundo.
Vaya fecha que celebramos entre contradicciones y armonía…
[Texto publicado en Guidxizá, una mirada a nuestros pueblos, suplemento cultural del Comité Melendre, Año I, N° 35, Dom 24/Mar/2013. Se autoriza su reproducción siempre que sea citada la fuente.]
[Texto publicado en Guidxizá, una mirada a nuestros pueblos, suplemento cultural del Comité Melendre, Año I, N° 35, Dom 24/Mar/2013. Se autoriza su reproducción siempre que sea citada la fuente.]