Madre mía:
No sufras ni vayas a hablar nada con nadie. Posible es que me saquen para México o quien sabe para dónde. Nada temas. No he cometido, hasta hoy, la más leve falta que me hiciera acreedor a ser preso. Soy inocente a pesar de mis sanas opiniones políticas. Si me llevan al patíbulo allá iré tranquilo y sereno. No llores ante nadie: que nadie se ría de tus penas. Sé como tú, digna y estoica. Guarda tus penas dentro de tu alma y dentro de las paredes de tu casa.
Bendíceme y no salgas para nada a la calle si me sacan y me conducen a cualquier parte. Tu hijo es digno de tu amor santo y puro.
Adolfo
(16 de agosto de 1913. Un día antes de su asesinato)
[Documento publicado en Guidxizá, una mirada a nuestros pueblos, suplemento cultural del Comité Melendre, publicado en EL SUR, diario independiente del Istmo. Año II, N° 56, Dom 18/Ago/2013. Se autoriza su reproducción siempre que sea citada la fuente.]