Uno de los sectores más perjudicados como consecuencia de los terremotos del mes de septiembre de 2017 en el Istmo de Tehuantepec es el de las tejedoras y bordadoras; no sólo porque en la región se suspendieron casi todas las celebraciones del ciclo festivo zapoteca, conocidas como velas, sino porque cientos de ellas perdieron un elemento fundamental para la elaboración de los famosos trajes, blusas y huipiles: los bastidores de madera.
Poca gente sabe que detrás de la elaboración de una prenda tradicional hay varios participantes: el carpintero que construye el bastidor de madera sobre el que se monta la tela que ha de ser tejida o bordada; la comerciante de telas, que surte de materia prima el mercado local; la comerciante de hilos, tinta de las artistas istmeñas; el pintor o dibujante que elabora los hermosos diseños que las hábiles manos se encargarán de iluminar con hilos y, finalmente, las tejedoras y bordadoras, propiamente, quienes dan forma final al producto mundialmente conocido y reconocido como traje de tehuana o traje de mujer istmeña.