Hoy día es preocupante la posibilidad de que se extingan algunas lenguas originarias de nuestro país, porque ya sólo queda un reducido grupo de hablantes que aún las utilizan para interpretar su realidad, como un medio para expresar lo que son a través de un repertorio léxico que les permite encontrar el vocablo más específico para nombrar su entorno, el mundo cotidiano que representa su existencia como persona y como parte de un grupo social.
Es lamentable que esta situación prevalezca, en cierta forma, por la estigmatización que existe de las lenguas prehispánicas, en donde permea un discurso oficial de preservarlas como si fueran piezas de museo, mientras parece haber una consigna de considerarlas un lastre para el país y la región. Lo anterior a pesar de los esfuerzos que llevan a cabo los escritores en estas lenguas, investigadores y líderes sociales, ante lo que el lingüista José Luis Moctezuma Barragán, Investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), opina: “Los lingüistas coincidimos en afirmar que no se tiene que educar a los indígenas, sino a los mestizos, para que aprendan a convivir con las lenguas indígenas y las vean como patrimonio y no como lastre”.