Cuidemos el Ambiente


*Finaliza Taller sobre Medio Ambiente en el Centro Cultural Herón Ríos A.C.



Uno de los objetivos que el Comité Melendre tiene como parte esencial en sus Estatutos es la preservación y buena administración de los recursos naturales de la Nación Zapoteca, Guidxizá. De ahí la necesidad de ir creando hábitos que generen una cultura más amigable con el entorno natural y propiciar las condiciones que ayuden a cumplir nuestras metas.

En días recientes el proyecto Naturaleza, Casa Nuestra dio por concluido el Taller sobre Medio Ambiente cuyo propósito fue crear conciencia en la niñez y juventud zapoteca sobre la importancia de aspectos ecológicos, como la separación de residuos orgánicos e inorgánicos, el reciclaje de papel y materiales plásticos, así como la elaboración de abono orgánico mejor conocido como compostas.

Imparte Comité Melendre curso sobre Medio Ambiente en la Sierra Zapoteca Istmeña

El jueves 28 de febrero de 2019, a las 17:00 horas, Omar Santiago Ramírez, responsable del proyecto Naturaleza, Casa Nuestra e integrante del Consejo Directivo del Comité Melendre, impartió una charla a pobladores de la comunidad de Guichixú ('Pueblo del Temblor'), perteneciente al municipio de Santiago Laollaga.

Por acuerdo de Asamblea realizada el 13 de enero, las autoridades encabezadas por el Agente Municipal, Iréis López Palomec, solicitaron al Comité Autonomista Zapoteca "Che Gorio Melendre" el apoyo para la realización de una plática en el centro de la población, ubicada en los límites de la Sierra Zapoteca y la Planicie Costera del Istmo de Tehuantepec a la que estarían convocados todos sus habitantes, incluyendo niños y personas de la tercera edad. 

Ahora que limpio los frijoles

 
Luis A. Chávez

Ahora que espulgo como un can calladamente las espigas, que veo mis  manos trabajar las diminutas piedras: aparte el alma y a un lado el pan común; hoy que me dan cuenta algunas aves en el patio  que la vida es tan sencilla y tan simple pues se dedican a lo suyo y a evitar al gato; en silencio, a mi rotundo afán de ser tan mínimo porque una especie de voz obliga a que baje la cabeza, procuro por el agua, la cebolla, el ajo, la sal y la cuchara de palo.
El hambre de esa sed que me hervirá en minutos, será vencida hasta la muerte, aplacada como un barco que zozobra y su tormenta será un adorno más, recordatorio a intervalos.
La tortilla viene, a fuego se convertirá en ceniza, se arrastrará por el desagüe, a la inversa de su plenitud y su sosiego. Como anotación, la plaza está vacante (para no decir vacía) y pueden las hermanas de la caridad y que protestan por llevar a Cristo a sus mejores términos, pasarse a mi anchura, mi bando que no promete más y ya no lucha.
Todo nos puede ser igual, la religión, los hijos, cuando sin compañía y a semejante edad se limpian los frijoles y las mujeres pasan, las escucha uno: sus voces son comida, son como lumbre y espadas y nos debemos de creer ―cuestión de honor― en tragaldabas.
Ahora que hay una doble paz, que se trapea y se barre, se quita el polvo de lo material mientras los huesos oyen a la tierra, se tienden las ropas al sol que de manera abominable sólo tiene luz para apoyar al jabón, ahora es que por fin nos abren la comprensión de las cosas.
La estufa es un espejo, la casa es un delito. Y al cocinar quisiéramos de una buena vez tratar las alas, echarlas a esa hoguera que nos pesa tanto; desposeídos como estamos, despojados del espacio donde se nos aplaudió por ser dioses.