Guidxizá (suplemento), Año I, N° 24 - Dom 06/Ene/2012

EDITORIAL 24

Antiguamente las autoridades tradicionales duraban en funciones un año. Este periodo de tiempo marcaba la pauta para organizar la comunidad. Quizás la costumbre viniera de tiempos prehispánicos, en que los Xuaana’ acudían con el Señor, cabeza del reino, para legitimarse ante él y, de paso, legitimarlo también. Esta doble unción constituía el cimiento del orden público, en que la comunidad reconocía y respetaba a la autoridad, mientras ésta hiciera lo mismo con el pueblo.
     Los calendarios cambian. Si bien nuestro año formal no inicia como en tiempos prehispánicos, muchos pueblos zapotecas de las distintas regiones preservan la costumbre de comenzar los nuevos periodos de gobierno anualmente. Así también lo hacen los Xuaana’ actuales, cuyo servicio al templo ―símbolo mismo de la comunidad― dura doce meses exactos.
     En el Comité Melendre igualmente establecemos periodos de trabajo anuales, lo que permite optimizar la labor y hacer las pausas necesarias para reflexionar acerca de nuestro quehacer. “¿Qué errores cometimos? ¿En qué podemos mejorar? ¿Qué lección aprendimos de cierta actividad? ¿Cuáles fueron las experiencias más provechosas?”, son las preguntas que nos formulamos periódicamente.
     Uno de los aspectos más importantes de nuestra organización es la capacidad de nombrar a sus autoridades. Con un respeto irrestricto hacia los compañeros, cada año se elige democráticamente, en calidad de Militantes, a quienes hayan trabajado más y mejor en pro de nuestros pueblos. Quienes resultan electos nombran a su vez a los que habrán de conformar el Consejo Directivo, órgano que dirige formalmente al Comité Melendre durante doce meses. Se respeta asimismo la facultad del Consejo en la distribución de las responsabilidades internas. Posteriormente todos los integrantes se apegan al plan de trabajo establecido y se deja en los Responsables el liderazgo en las actividades. En esto reside, en buena medida, la clave del óptimo desempeño de nuestra agrupación, que sin financiamiento público es capaz de desarrollar tantas tareas, que son oxígeno para nuestros pueblos.     
     No hemos inventado nada. Simplemente tuvimos el tino de observar con detenimiento las formas tradicionales de organización, para intentar generar una síntesis capaz de ser puesta al servicio del arte, la cultura y el desarrollo social. Y así comenzamos este 2013.



[Texto publicado en Guidxizá, una mirada a nuestros pueblos, suplemento cultural del Comité Melendre, Año I, N° 24, Dom 06/Ene/2013. Se autoriza su reproducción siempre que sea citada la fuente.]