Omar Francisco Avelino
I
Las olas de mar son cuerdas curvas de cantar aterciopelado.
II
Descendiendo la noche en pupilentes de mar, llega surcando el oleaje curvado. Cuerdas que aterciopelan el tímpano dormido de la estela que va dejando el rojísimo arrecife salido de ti.
III
Mientras duermes en la felpa de las olas, la melodía verdeazul de un clavicordio atraviesa convexa la gloria de tu ensueño.
Van surcando en notas de tu eclipse pasioemas nacidos en la síntesis marina. Atlas deshilachado
que ya nada más puede hilvanar la vigilia con miradas ciegas de mi luna.
Voy con sorbos de carcajadas menguando el tibio cutis del océano, donde sólo nereidas se atreven musitar en la fonética enervada de emoción:
Eriza turbulencia con picotazos de la garza, quien sólo ambiciona fértil magullar la noche, suave abanico de marejadas estampando la curvatura de tus muslos.
Espejismo donde trajinan sirenas de lenguas húmedas, salivando el rostro de la utopía que embelesa el remanso desahuciado de tu almohada
Y preguntas, estigmática, en el canto poemario, ¿hasta cuándo seguirá ausente la llamarada que seduce al alba con todo su crepúsculo? ¿Hasta cuando mi entresijo sueño seguirá pajareando su espectáculo en las tinieblas?
Mas llega el brevísimo tiempo de entretejer la gloriosidad cóncava, con alas del sobrio despertar. Donde basta un parpadeo para irrumpir tu bohemia constelación de coralina realidad.
Texto publicado en Guidxizá (Nación Zapoteca), Año VII, Núm 15, Octubre-Diciembre de 2010. Se autoriza la reproducción siempre que se cite la fuente.