Anabel Adame |
El 2 de marzo de 1851 se fecha el siguiente documento en el que se solicita a la Cámara de diputados de la nación, la detención del “criminal” José Gregorio Meléndez y sus “cómplices”, causantes de la “escandalosa sedición de Juchitán”.
¿Delito?: atentar contra la propiedad particular de Don Francisco Javier Echeverría “robando la sal de las salinas que a éste le pertenecen”, proclamar la escisión del Istmo respecto el Estado de Oaxaca, asesinar, incendiar, resistirse a la autoridad a mano armada, entre otros muchos, según las palabras del gobernador del Estado de Oaxaca y firmante del documento, Benito Juárez García.
Por supuesto que el documento referido omite mencionar los ultrajes, robos, y asesinatos, contra el pueblo de Juchitán en legítima rebelión, ya que, al parecer, el ajusticiamiento de personajes estafadores pero adinerados, es una “mancha de sangre” y un “acto de horror”, mientras que la muerte de mujeres, ancianos, y niños, son medios apropiados para “reestablecer el orden”.
Los zapotecos encabezados por Che Gorio Melendre, se levantaron en armas para defender sus terrenos comunales ante el abuso y venta ilegal de los mismos, a manos de comerciantes criollos y extranjeros, con el consentimiento del gobierno estatal.
Meses después, en plena guerra, y al considerar que sería el mejor modo de conservar sus tierras y salinas, sumarían a sus demandas, la de independizarse del Estado de Oaxaca, iniciando así, el largo camino por la Autonomía regional del Istmo.
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Texto publicado en Istmo Autónomo (hoy Revista Guidxizá - Nación Zapoteca), Año I, Núm. 3, Octubre-Diciembre de 2004. Se autoriza su reproducción siempre que sea citada la fuente.
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