Guidxizá (suplemento), Año II, N° 63 - Dom 06/Oct/2013

EDITORIAL 63

Un pueblo que no canta, parece no tener alma. La música es una de las manifestaciones más destacables de las bellas artes. Son pocas las naciones que no disponen de un acervo suficiente del que echar mano en los momentos de dolor y alegría. Los zapotecas nos caracterizamos por la cantidad y calidad de nuestros cantos. 

Parte de nuestro quehacer ―además de investigar y divulgar nuestro conocimiento histórico y nuestro legado cultural― implica brindar alternativas de sano esparcimiento para los paisanos. La música es una de las mejores maneras de enaltecer el idioma y de alegrar el alma. Por eso durante este mes el Comité Melendre presentará dos recitales de Tlalok Guerrero en el Istmo de Tehuantepec.

En esta ocasión Guidxizá, una mirada a nuestro pueblo comparte contenidos de varios proyectos. La Revista Guidxizá nos presenta un poema finamente tejido de Luis Manuel Amador; Juquila Ramos Muñoz recomienda la más reciente emisión de Nuestros Pueblos, Nuestra Historia, que trató de los orígenes de los zapotecas; Ana Laura Palacios Cepeda reseña uno de los videos de TvMelendreJuchiteca, de Fidel López―, mismo que puede ser consultado en su canal de YouTube; y, finalmente, Victoria Guzmán comparte bellas imágenes de un oficio singular entre nuestros pueblos, que pudo capturar durante los recorridos de Retratos de Nuestra Historia. En los Gráficos presentamos a Ezequiel Ortega Pascual, originario de Ixtepec.

La música binnizá es de flauta, tambor y caparazón de tortuga, de voz humana y de instrumentos de viento. Los sonidos de nuestra estirpe acompañan bellas danzas, fiestas, declaraciones de amor, llanto. Nada como nuestras madres interpretando una melodiosa tonada. 


[Texto publicado en Guidxizá, una mirada a nuestros pueblos ―Año II, N° 63, Dom 06/Oct/2013―, suplemento cultural del Comité Melendre en EL SUR, diario independiente del Istmo. Se autoriza su reproducción siempre que sea citada la fuente.]