Alfa Ríos Pineda*
Es Juchitán la ciudad más grande y también la más poblada del Istmo; y en cuanto a belleza sólo Tehuantepec, más vieja, mejor trazada, es su rival.
Tiene mi ciudad cerca de veinte mil habitantes, teniendo capacidad para el doble o triple de esta cifra. Y es que cada casa tiene un patio, una huerta cercados, y a veces en cada patio un pozo artesiano donde desde la madrugada canta una rondana. Las calles angostas, no muy rectas, están pobladas todo el día por las vendedoras que salen y llegan a la plaza sin cesar. La plaza, la iglesia, el Palacio Municipal, el jardín público, como ocurre en todos los pueblos de provincia están en el centro.
Alfa Ríos Pineda |
En otro tiempo, dos veces por año este jardín se cubría de jazmines blanquísimos y su perfume bastaba para perfumar a la ciudad entera; ahora, sin flores, sin el agua que brotaba del pico de las garzas y de la boca de los leones de unas fuentes que hasta ahora están, el pobre parque sólo sirve para que en él jueguen los niños a la salida de la escuela. A una cuadra del Palacio Municipal pasa el Río de los Perros, que más bien es el esqueleto de un río, ya que sólo está vivo unos cuantos días, cuando las lluvias le regalan el agua que les sobra después de llenar el dique que en su origen le pusieron. Entonces adquiere algún ímpetu y llega a tener la suficiente fuerza para arrastrar hasta el mar las inmundicias ―perros muertos, basuras― que los habitantes de la ciudad tiran en su lecho. Y es regocijo de los niños y los adultos que desnudos, aunque sin mezclarse nunca, se bañan en sus aguas.
El Palacio Municipal que es un edificio de dos pisos, de construcción maciza, levantado en los tiempos en que Pancho León fue Jefe Político, divide a la ciudad en dos grandes partes: la del norte, llamada también “arriba” y la del sur también llamada “abajo”. Las dos partes se dividen en Secciones, cuya enumeración va de norte a sur. La primera sección, apellidada beu: cereza silvestre, porque casi todas sus mujeres, en el tiempo en que este fruto madura, se dedican a recogerlo en el monte y preparado en dulce, lo venden en el pueblo por la tarde y en la plaza por la noche. Cuando aparecen las primeras estrellas en el cielo se las ve pasar con los aplastes en la cabeza, y de toda casa sale un niño con una taza en la mano a comprarles.
La segunda sección, la sobrenombran guchachi: iguana, nombre que les viene en virtud de que las mujeres de ese barrio se dedican a la venta de iguanas, vivas o preparadas en tamales y guisados. Además de estas dos secciones mencionadas, esta parte de la ciudad comprende a otras dos más, la tercera y la cuarta que son las más próximas al centro y no tienen ocupación característica.
Al sur están las secciones quinta, sexta y séptima. El otro nombre de la quinta es Barrio Lima, por la abundancia del árbol de este fruto en sus patios y en sus aceras y también porque sus habitantes son casi todos del partido verde, y el color de sus hojas las distingue. Con el nombre de Barrio-Xu: maxtatl, se conoce a la séptima sección; sus pobladores usan esta prenda para cubrirse y que era el antiguo vestido de los zapotecas, según los historiadores. Esta manera de vestirse no es resultado como pudiera creerse a primera vista, de carencia de recurso o de mucho primitivismo, sino de su mayor pureza de costumbres, y también por la índole de su trabajo: la alfarería, que era una principal ocupación en los tiempos que pasaron. El hombre viste exclusivamente el maxtatl, pero la mujer, que tiene dos regiones pudorosas, usa huipil y enagua corta; en este mismo barrio se hacen las tortillas que consume la parte central del pueblo en donde el quehacer se reduce exclusivamente al comercio en el mercado. Aquí se hacen los más grandes, los más blancos y mejor cocidos totopos, o ixuaques como dicen los pueblos del Istmo en que se habla español. La octava sección ―Cheguigu― es un barrio situado al otro lado del río, y de aquí procede su nombre; che, puede ser la primera sílaba de cherica: del otro lado, o la última de la voz deche: espalda y guigu, río; es decir pueblo que está del otro lado del río o a la espalda del río. Tiene dos regiones: la del norte y la del sur. En la primera se tejen las cintas de palma blanca y de color que se emplean en la industria del sombrero, bolsas de mano, que ya se usan en Veracruz y aún en México. La industria del sombreo camina hacia el sur e invade Chiapas y al norte, solamente la parte ístmica que es zapoteca. La novena sección, distante de Juchitán algunos kilómetros se llama La Ventosa, agitada frecuentemente por los vientos; sus hombres trabajan la mejor cal que se emplea en Juchitán para las construcciones.
La gente cree que el norte lo habitan las gentes más cultivadas, en tanto que el sur, la más primitiva. Eso es verdad pero en favor de los de “abajo”, ya que éstas conservan toda su pureza de costumbres, de lengua, al revés de lo que sucede “arriba”, en donde si es cierto que tienen más elementos extraños, no son éstos los suficientes para hacerlos mejores, y lo único que hacen es restarles pureza.
[Texto publicado en Nesha ―Año I, N° 3, Agosto de 1935―, Órgano Mensual de la Sociedad de Estudiantes Juchitecos. Transcrito por el Comité Melendre para www.comitemelendre.blogspot.com. Se autoriza su reproducción siempre que sea citada la fuente.]
*Alfa Ríos nació el 18 de febrero de 1916 en Juchitán, Nación Zapoteca. Hija del ixtaltepecano Herón Ríos Núñez y de la juchiteca Nicandra Pineda Terán, fue enfermera obstetra egresada de la UNAM. Su niñez transcurrió en Juchitán, pero su juventud, debido a razones académicas, en la Ciudad de México. Fue amiga de Miguel Covarrubias, Diego Rivera y Frida Kahlo, a quien, se dice, regaló el primero de los hipiles zapotecas istmeños que la pintora usó y coleccionó. Al escribir el artículo anterior contaba ella con apenas 19 años. A los 24, en mayo de 1940, se casó con el escritor zapoteca Andrés Henestrosa. Cibeles Henestrosa Ríos, hija de dicho matrimonio, escribió muchos años después: "Sí ―dijo mi abuelo―, es un honor para nosotros que usted quiera casarse con Alfa; pero deberán esperar un año. Ella tiene que ejercer su profesión en favor de nuestra comunidad". Y así fue.