Mimich

Ilustración Manuel Cabrera
Gregorio Guerrero

Mimich era un joven que tenía cara y alma de niño. Todos los días caminaba de su casa al taller de alfarería de su tío ‘El Camello’. 
   
Cuentan que cuando se casó 'La Güera’, Mariana, lo vieron en la fiesta. Había muchos niños que corrían y gritaban de alegría, pues un gran pastel se encontraba sobre la mesa. Se dice también que entre los pequeños que jugaban estaban unos chanekes
   
Al terminar la fiesta, que fue de madrugada, los chanekes lo invitaron a su casa para seguir jugando. Y Mimich se fue con ellos. Caminaron por la ribera del río. Del cielo caían luceros que alumbraban el camino, hasta llegar al lugar donde aquéllos viven.    

Mimich y sus amigos jugaron con los animales que habitan en el lugar llamado Tlalokan. Había conejos, tejones, armadillos, coyotes, venados y hasta tigrillos. Sitlalkueyo se encargó de iluminar el espacio hasta el amanecer. Mimich jugó mucho; tanto, que se quedó dormido y ya no despertó. 
   
Quien tenga cara y alma de niño, como Mimich, tendrá la fortuna de jugar en el lugar del Dios de la Lluvia y quedarse allí para siempre. 


(Texto publicado en la Revista Guidxizá, número 17. Junio de 2012)


[Texto publicado en Guidxizá, una mirada a nuestros pueblos, suplemento cultural del Comité Melendre, Año I, N° 27, Lun 28/Ene/2013. Se autoriza su reproducción siempre que sea citada la fuente.]