Flori: el bordador del tempo

*Presentación de la exposición textil de Floriberto Che Vázquez 

Víctor Fuentes Martínez

En esta entrega puntual se vislumbra un deseo de perdurar en el tiempo, que bien lo sabía a cabalidad el diseñador, pariente cercano de las poseedoras de esta colección, que sin duda ahora se ha redimensionado, al ser contemplada como una obra de arte. 

La invitación a desnudar la memoria me vino en la Ciudad de México, mientras viajaba en el Metro. Jamás olvidaré a la jovencita, rubia ella, que portaba una chamarra de algodón, muy abrigadora a la vista. No tardé en observar la parte trasera de la chamarra: en la solapa de ésta se distribuían armoniosamente las flores de los huipiles y enaguas de nuestro Istmo. No pude contenerme. Me acerqué. Y mi sorpresa fue mayúscula al ver que estas flores estaban estampadas con un material sintético; un simple plástico producto de la industria del vestido. 

Cuando volví al pueblo, sentado tras mi mesa de escribir (y comedor a la vez), pensé y volví a pensar. No vinieron a mi mente personas más entusiastas y colaboradoras que los integrantes de la familia Che Santiago. Fue así como logramos rendirle un merecido homenaje al señor Floriberto Che Vázquez, creador, por muchos años, de estos diseños, y por cuyas manos muchas mujeres de Unión Hidalgo vistieron. 

Las creaciones que Floriberto confeccionó para sus sobrinas, están impregnadas de una profunda valoración a la belleza. Cada puntada e hilvanada nos revela a un conocedor de lo ancestral y de la innovación; de un hombre que pudo recrearse lienzo tras lienzo, bordado tras bordado. 

Vuelvo al embate. Floriberto, por fortuna no la librará esta batalla. Pero las mujeres y hombres que se dedican hoy a este arte, tienen ante ellos una revolución silenciosa, perenne, que exige fidelidad, valoración de la tradición, de nuestra tradición. 

El ramillete de flores atrapadas en estos trajes de nuestras coleccionistas, es apenas una sutil esperanza para reivindicar la labor que por generaciones ha perdurado en la cultura de nuestros pueblos, y no por ello coparnos ante lo avasallante que puede representar la moda y sus diseños posmodernos. 

Podemos también sentirnos orgullosos de esta integración al mundo, las mujeres y hombres, que son quienes pueden merecer este tributo, como lo estamos haciendo con el homenaje al maestro del bordado: al señor Floriberto Che Vázquez.

Queda, pues, a las nuevas generaciones comprender la naturaleza dinámica de la sociedad y que estos trajes sigan, perduren en la memoria de las manos, en la memoria de los colores, en la memoria de la vida cotidiana de los unidagalguenses. 

Me queda, también, agradecer al bordador del tiempo, por su presencia para desterrar el olvido. Qué mejor y sutil manera de darle la bienvenida al trovador Tlalok Guerrero a nuestra casa, a la Galería Gubidxa, que esta tarde compartirá con todos nosotros en el recital “Así es mi pueblo” 

Agradezco con toda generosidad a la familia Che Santiago, por su valiosa colaboración; a Isabel Fuentes, por coordinar los pormenores de esta exposición; a Gubidxa Guerrero, por acercarnos y hermanarnos una vez más con el Comité Melendre; a mi amigo Pedro Hernández, por su magnífica curaduría. Mil gracias a todos. 

Octubre 20 de 2013. 


[Texto publicado en Guidxizá, una mirada a nuestros pueblos ―Año II, N° 67, Dom 03/Nov/2013―, suplemento cultural del Comité Melendre en EL SUR, diario independiente del Istmo. Se autoriza su reproducción siempre que sea citada la fuente.]