Gregorio Guerrero |
Los dioses del agua llamaron al agua
y el agua acudió presurosa a mi casa.
Los dioses de piedra,
dormidos en las gavetas del librero,
bebieron el agua;
pero los libros no pudieron hacerlo
y se anegaron en las aguas del río Los Perros
que invadió la casa esa noche.
Los dioses del agua y los dioses de piedra
están de fiesta en el verano-gusiguié,
agua de piedra preciosa;
pero mi corazón también está anegado
de tristeza en este invierno-gusibá.
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Texto publicado en Istmo Autónomo (hoy Revista Guidxizá - Nación Zapoteca), Año I, Núm. 6, Mayo-Junio de 2005. Se autoriza su reproducción siempre que sea citada la fuente.
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