Ave Barrera García |
Ave Barrera García
Durante las últimas décadas hemos
podido atestiguar con agrado el crecimiento y desarrollo de la literatura
indígena. El hecho de que actualmente exista una literatura escrita en lenguas
indígenas no es casualidad: las culturas nativas de nuestro país, que son
pueblos, naciones, tienen tras de sí una enorme tradición literaria. Uno de los
motivos determinantes de la existencia de esta literatura es que la “resistencia
cultural y lingüística [de estos pueblos] permaneció ligada a la tradición
oral, que a su vez se mantuvo vigorosamente atada a los mitos y creencias
prehispánicas”[1]. Al mantenerse latente la
lengua como instrumento de cohesión étnica, se mantuvo también la oralidad que
comunica de padres a hijos elementos esenciales de su identidad cultural, junto
con la función poética de la misma: “la poesía es también una función de la
lengua, un uso específico que supone un arte de composición que es posible entender
a partir de la cultura que la forja, [así la lengua se manifiesta como] algo
más que un vehículo, como valor per se
de su cultura y de su excelencia idiomática”[2].
No obstante, de entre toda esta
tradición literaria de los pueblos nativos de nuestro país, el fenómeno
particular que nos ocupa es el que se encuentren aquí entre nosotros y en
tantos lugares insospechados, “escritores nativos” que ponen en papel su
literatura, con el respaldo de sus culturas contenido en la esencia de sus
propias lenguas. Podemos decir que la
literatura escrita en lenguas indígenas no es sino una parte del desarrollo del
amplísimo marco que nos ofrece la literatura indígena; es por eso que, como
refiere el escritor maya (guatemalteco) Humberto Ak’abal[3],
sería impreciso hablar de un surgimiento de la literatura indígena:
Mucha gente piensa que los escritores en lenguas indígenas forman parte de un renacimiento o despertar del género, pero yo no estoy de acuerdo con esa idea: la literatura siempre ha existido entre nuestras comunidades, sólo que de forma oral, y aun que los autores sean anónimos entre nuestras familias hay cuentos, leyendas, cantos, poemas y mitos que nuestros abuelos nos han transmitido de labio a oreja. Eso para mí ha sido una fuente profunda de enriquecimiento que ahora con la aparición de las lenguas indígenas escritas he podido dar a conocer al mundo occidental.[4]
De manera que no estamos ante un
surgimiento de la literatura indígena, sino ante la consolidación del fenómeno
del empleo de la forma escrita en que ésta se nos presenta. Lo que hace
importante señalar que estamos sí ante el surgimiento de un movimiento
literario de características particulares, y que como tal se presenta junto con
el fenómeno de la escrituración de las lenguas indígenas.
Este proceso de escrituración ha
surgido como respuesta “a las necesidades particulares de las etnias, a su
saber, a su memoria colectiva y sobre todo al deseo de crear un instrumento
propio de comunicación y expresión”[5]. Y
aun que es muy apreciable el valor de la literatura escrita (sobre todo desde
el punto de vista occidental), para la legitimación del valor de la cultura y
las lenguas indígenas, es importante asumir una posición equilibrada al
respetar el papel de la oralidad y difundir a la par ambos recursos, sin
adjudicar a la escritura una función sustitutiva de la oralidad. De la misma
manera, dice Coronado Suzán
devolver su valor a la tradición oral no significa negar la importancia de la escritura de estas tradiciones, ni tampoco descartar la producción literaria en las lenguas vernáculas. Mi intención es más bien ubicar a cada una de ellas: la literatura oral, la escritura de la tradición oral y la creación literaria en lengua indígena, en el lugar en donde puedan alcanzar con fortuna su función. [6]
Podemos puntualizar que la Literatura Indígena
Actual, como movimiento literario, surge a la par de la escrituración o
alfabetización de las lenguas indígenas, en función a las necesidades reales de
las etnias y el espacio social de la escritura contemporánea, lo que permite el
mantenimiento y preservación de estas lenguas, junto con los resortes más
profundos de su mundo y su cultura; asimismo facilita la difusión de las obras
literarias, lo que trae consigo la valoración de la lengua y la cultura indígenas
dentro de sus mismas comunidades y la manifestación de su presencia al mundo
occidental. De manera que desde una perspectiva académica, es posible
determinar algunas características puntuales de este movimiento:
1.- Comprende, en términos estrictos, la creación literaria en su
forma escrita, y no corresponde propiamente a la tradición oral o a la
recopilación y escrituración de la tradición oral; no por ello se le resta
valor a éstas como literatura, simplemente tratamos de definir al movimiento
literario como tal.
2.- Parte de los elementos estilísticos y de los patrones
culturales de sus comunidades de origen y se nutre de la tradición oral, del
arte de la lengua y de los elementos de identidad de su propia cultura.
3.- Reconoce y asimila en mayor o menor medida los recursos
estéticos y culturales de la literatura universal, así como los elementos
mestizos de su realidad y los integra a su afán de persistencia cultural,
orgullo étnico y embellecimiento de su expresión literaria, con lo que
reactualiza su propia historia y universo simbólico.
4.- Implica, por lo tanto, una búsqueda de las formas literarias
estéticamente adecuadas en sus lenguas, para la formulación y estructuración de
sus textos y español, para la adecuada recreación de versiones en este idioma.
5.- Aun que recibe el apoyo de diversas instituciones, la
literatura indígena actual surge de las iniciativas personales de sus autores.
6.- Es realizada por autores indígenas, es decir, que proceden de
los pueblos descendientes de los habitantes originales de los territorios que
hoy forman parte de los estados modernos, y se conciben a sí mismos como
pertenecientes a estos pueblos.
7.- Definida desde un criterio lingüístico, los autores de esta
literatura escriben a partir de sus
lenguas, es decir, crean una literatura pensada en su lengua materna, lo que
implica una forma particular de entender y expresar el mundo, y posteriormente
pueden, ellos mismos re-crear sus obras a versiones en español o en otro idioma
(o bien ser traducidas por alguien más). En el caso contrario se le restaría
autenticidad a la intención esencial de la literatura y del movimiento
literario, aun que como hemos dicho, el criterio lingüístico no es
absolutamente determinante para definir lo indígena.
8.- Entre sus funciones
más relevantes, aparte de la función poética del lenguaje que le está
implícita, se encuentran la revaloración y el fortalecimiento de sus lenguas
como mecanismo de defensa para preservar la cultura indígena vista desde una
conciencia social, política e intelectual de la que el indígena mismo es sujeto
y forma parte de un movimiento de resistencia, autodesarrollo y toma de
conciencia de su condición subalterna.
___________
Publicado en la Revista Guidxizá (antes Istmo Autónomo), Año I / Nº 6, correspondiente al período Mayo-Junio de 2005. También en Guidxizá, una mirada a nuestros pueblos, suplemento cultural del Comité Melendre ―Año II, N° 61, Dom 22/Sep/2013― publicado en EL SUR, diario independiente del Istmo. Se autoriza su reproducción siempre que sea citada la fuente.
[1] Pellicer, Dora. “Oralidad
y escritura de la literatura indígena: una aproximación histórica”. En: Montemayor, Carlos., Situación actual
y perspectivas de la literatura en lenguas indígenas. CONACULTA. México,
1993, p.42.
[2] Montemayor, Carlos. Arte
y plegaria en las lenguas indígenas de México. Ed. Fondo de Cultura
Económica. México, 1999, 7 y 8 pp.
[4] García Bermejo, Carmen. “Humberto Ak’abal, Premio Continental de
Literatura en Lenguas Indígenas”. En: Revista Nuni (Granos de Maíz), Año III, Número 7, México, primavera de
1999, p.4.
[6]Coronado Suzán,
Gabriela. “La literatura indígena: una mirada desde fuera”. En: Montemayor, Carlos., Situación actual
y perspectiva de la literatura en lenguas indígenas. CONACULTA. México,
1993. p.75.