A tu espera


Porque siempre has estado presente...


Ilustración Irma Jaso
Ha terminado el día y sigo sentada en la puerta esperando que regreses. Tal vez si no te hubiera dicho lo molesto que era para mí la situación que teníamos en los hombros, nadie se la puso a nadie, pero ahí la soportábamos. Pensé que nunca me importarían los reclamos de la familia y de todos en decirme que no me fuera con un bandido, porque llegaría el tiempo del levantamiento y me dejaría como vivo ahora. Todos los días estoy aquí, buscándote entre los mutilados, muertos y demás hombres  -si les podemos decir así-  que regresan de la guerra y nada que te veo, quizás porque busco en el lugar equivocado; a lo mejor tú ya hasta estás dirigiendo a la División -a los bandidos esos- porque eres muy inteligente, ha de ser eso, y por esta razón me cuesta tanto encontrarte.
     
Mis cabellos se han vuelto un poco blancos y no me los he colorido porque sé que te gustarían así, mi cuerpo comienza a oxidarse -a mi parecer- pues tú eras el que se preocupaba por él, tú le reparabas sus imperfectos cada noche. Los libros se empolvan, no tus favoritos que  limpio a diario;  las  amplias hamacas me laman al descanso eterno, por eso las he descolgado, los hijos que nunca tuvimos se fueron a ayudarte para que regreses pronto.

Algunos hombres del pueblo se han ido junto contigo, en las tardes vienen sus esposas a reclamarme por tener a un hombre tan bullicioso y sonsacador, pero qué le iba hacer, tú ya eras así desde chico, un poco perfeccionista, valentón, pero buena persona, nunca tenias pleito con nadie que no te provocara, porque si lo hacía pobre de él, yo creo que recordaba hasta lo que había olvidado. 
     
Pensé que nunca llegaría el momento de que te marcharas, siempre lo tuve presente porque te encargabas de recordarme que no querías una vida normal, que tenias otro destino, y ya veo que no te equivocaste en eso, en muchas otras cosas sí, pero no en la que deseaba que te equivocaras, y no porque te quisiera ver derrotado, sino porque necesitaba estar junto a ti. Creí que estaríamos juntos por siempre.
     
No me llevaste, el día de tu partida era muy temprano, me levanté a prepararte café y un poco de comida, ni siquiera dijiste ya me voy, ni nada, sólo te vi agarrar camino junto con otros hombres y después te perdiste en el cerro entre los árboles, ¿no me merecía un ¡hasta nunca vieja! o ya llegó la hora de mi destino y me tengo que ir? ¡Nada! te fuiste como llegaste, sin decir palabra y sin avisar. Eso fue muy doloroso, cuando todo estaba tan bien entre nosotros, aunque la noche anterior te había pedido que rectificaras esa situación pero como siempre, en vez de platicarlo, el hombre se enojó y a la mañana siguiente salió disparado como bala. Acaso ya era la hora de acabar con la felicidad, de renunciar a la comodidad y de pensar si así eras tú mismo o si esto era lo que ambicionabas realmente. Como siempre supimos, eso de estar tranquilo  no era tu fuerte. Tú eres hombre de viento, o tal vez hasta con él te peleaste.

El tiempo transcurrió, muchos murieron, el pueblo ha quedado casi desértico, las casas que no fueron destruidas se derrumban con el paso de los años,  todo fue saqueado, las mujeres más chicas corrieron con peor suerte, las viejas como yo estamos dando los últimos suspiros porque la espera nos comió más rápido de lo que pensamos.
     
Ya no sé si regresarás algún día, si quitarle el comején a tus libros o darles una muerte más rápida en el fuego, no sé ya si pretendías compartirlo todo conmigo, si me querías; ya no sé si eras valiente o arrogante, bueno o manipulador, prudente o egoísta. 
     
Todo se ha puesto en duda, a la mayoría de éstas les tiro una piedra y caen sin ser pronunciadas o escritas, se van o desaparecen porque te recuerdo riendo conmigo, sonriendo por tus pensamientos tan locos, comiendo juntos, dando gracias a Dios. 
     
Regresa, necesito ver por última vez esos ojos y tu cuerpo tan hermoso, escuchar tu voz y tu risa. He colgado una hamaca porque la veo tan insistente en darme el descanso que ya necesito, estoy por acostarme en ella, ojalá no tardes mucho, te he esperado más de lo que pudieras creer, nunca pensé que se me fuera la vida aquí, así que ven lo más pronto posible para que veas que aún sigo aquí.



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Texto publicado en Guidxizá (Nación Zapoteca), Año III, Núm. 9, Julio-Septiembre de 2006. Guidxiguie', Guidxizá (Juchitán, Nación Zapoteca). Se autoriza su reproducción siempre que sea citada la fuente.

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